Segunda parte en una serie de cuatro artículos. Lea la primera parte aquí y la segunda, una entrevista con la líder comunitaria Alicia Avilés, aquí.
¿Es posible que una sola organización pueda transformar una de las comunidades más peligrosas de Costa Rica? Para muchos costarricenses La Carpio, un precario ubicado en La Uruca, San José, es sinónimo de violencia y crimen. Sin embargo, en el 2011 Alicia Avilés y Maris Stella Fernández se propusieron cambiar este estigma al fundar el Sistema Integral de Formación Artística para la Inclusión Social (SIFAIS). La organización sin fines de lucro busca promover el crecimiento cultural del barrio marginal. En esta serie de cuatro artículos, The Tico Times pretende mostrar como este modelo educativo no tradicional está desafiando los estigmas para ayudar a la comunidad a encontrar un mejor futuro. Lea la primera parte aquí y la segunda, aquí.
Por medio del trabajo duro y una combinación de confianza, constancia, ternura y “locura positiva,” los líderes y participantes del Sistema Integral de Formación Artística para la Inclusión Social (SIFAIS) están reconstruyendo La Carpio con base en la educación cultural.
Uno de los elementos clave para la construcción sociocultural de la comunidad son los voluntarios. Ellos, junto a los residentes de La Carpio, son el corazón y base fundamental del programa.
Desde el primer día del 2011, SIFAIS ha estado trabajando con un variado grupo de profesionales que quieren compartir su conocimiento con La Carpio.
La comunidad tiene una población aproximada de 51,000 personas. A la fecha, hay un total de 137 voluntarios y 350 colaboradores ayudando a 950 miembros de la comunidad que se han inscrito en clases y talleres de música, deporte y educación general impartidas por SIFAIS.
Ana Victoria Carrillo y Sandra González son dos de los 137 voluntarios que han ayudado a la comunidad. Carrillo es una universitaria que actualmente estudia fotografía y biología con un enfoque en desarrollo sostenible. González trabaja como administradora de negocios en el departamento de finanzas de una compañía transnacional. Ambas comenzaron como asistentes voluntarias enseñando en SIFAIS.
Carrillo ha enseñado arte y baile contemporáneo, mientras que González ha impartido lecciones básicas sobre lectura musical y solfeo a niños de entre cuatro y ocho años.
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“Tengo tres años de estar enseñando en La Carpio”, González dijo a The Tico Times. “Empecé como asistente de una amiga que toca el violín, pero ella se fue a vivir a Singapur por dos años. Ella me enseñó las bases de solfeo, entonces yo estaba capacitada para también enseñarle a los niños cómo leer las notas musicales, qué es un pentagrama y la duración de las notas.
“Durante los últimos tres años he estado yendo todos los sábados a La Carpio y eso niños me reciben con los brazos abiertos y una sonrisa”, dijo González.
Estos esfuerzos de los voluntarios han comenzado a cambiar paradigmas en una comunidad donde las generaciones más jóvenes están “predestinadas” a repetir el ciclo de la pobreza. SIFAIS les brinda una oportunidad a los jóvenes para fijarse nuevas metas y esforzarse por mejorar.
“Me tocó un niño, al puro principio, que se llama Steven, que tenía 4 años cuando empezó con nosotros”, recordó González. “Le costaba un montón las notas, pero su mamá siempre llegaba con él y estudiaba con él en la casa. Se convirtió en el niño que llegaba y se lo sabía todo. Al día de hoy el niño ya es violinista. Ya toca el violín con 7 años, y es una belleza verlo con su violín que anda para arriba y para abajo guindado en la espalda. Ahora él tiene un futuro bastante distinto al que tenía escrito porque le regalamos la pasión de la música.
“Definitivamente nosotros llegamos a romper ciclos ahí en donde ‘mi abuelita era una persona que pedía en la calle, mi papá es guarda en un lugar de riesgo y, pues, yo voy a ser guarda en algún otro lado porque es lo que se me permite’. Cuando se salen del colegio ya no van a bachillerato porque necesitan ir a trabajar, entonces ellos piensan que esa es la vida que ellos tienen. Su destino está escrito de acuerdo al ciclo que ellos están viviendo y viene SIFAIS y da formación artística donde rompe ese ciclo. Es ahí donde el niño decide que debe terminar el colegio para poder ir a la universidad y complementarlo con clases de violín. Los mismos chicos lo dicen ahí: ‘se cambió el sonido de disparos y discusiones a violines, trompetas y tambores’”, González dijo a The Tico Times.
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Ana Victoria Carrillo dice que sus propias experiencias como voluntaria le han mostrado que el cambio de mentalidad y actitud ha desarrollado la dignidad de los residente de La Carpio.
“Todas estas actividades culturales no solo les enseña a tener amor hacia lo que hacen, sino que también les enseña a ser ellos mismos. Les sube mucho el autoestima porque encuentran una pasión y esa pasión les ayuda a olvidar por un momento esa realidad no tan bonita en la que viven”, dijo Carrillo. “Empiezan a tener esperanza; tener energía; tener ganas de vivir, seguir y realmente experimentar la vida que es una locura.”
Esta loca pasión a la cual Carrillo se refiere se ha ido desarrollando rápidamente en el espíritu jovial de Brandon Jiménez.
Jiménez es un muchacho de 16 años de La Carpio que actualmente cursa el undécimo año en el Liceo de Costa Rica. Disfruta tocar la flauta traversa con la orquesta sinfónica de La Carpio y practica judo en La Cueva de Luz. El ha participado en varios talleres y clases brindadas por SIFAIS desde que tenía doce años.
“Uno pasa mucho tiempo con los compañeros y amigos. Esto me ha ayudado a conocer gente nueva, convertirme en mejor músico y poder viajar a diferentes lugares en Costa Rica”, Jiménez comentó a The Tico Times.
Durante los últimos cuatro años, Jiménez ha asistido a SIFAIS y ha notado el cambio que la organización ha creado en la comunidad.
“Antes había mucha gente que se paraba en las esquinas a asaltar y robar a la gente. Desde que llegó SIFAIS las personas cambiaron y empezaron a ir a clases. Ya no hay tanta delincuencia como antes y en cuatro años se ha ido desapareciendo”, dijo Jiménez.
Jiménez se ha adaptado a la disciplina constante que se requiere tanto para tocar la flauta traversa como para practicar el judo. Esto también le ha permitido apreciar el tiempo que los voluntarios dedican a la comunidad.
“Aprendí que se puede ayudar a los demás por medio del arte, y los voluntarios me mostraron que yo puedo enseñar a otros a tocar un instrumento y a practicar deportes. Los voluntarios quieren que uno aprenda para que uno les enseñe a los demás y ser constante”, explicó Jiménez.
Entonces, ¿ha sido exitoso el SIFAIS en su propósito de ayudar a los jóvenes a fijarse grandes metas en sus vidas?
Aquí está una respuesta: Jiménez sueña con algún día convertirse en ingeniero o arquitecto, continuar tocando la flauta traversa para ser un mejor músico y poder competir en los Juegos Olímpicos.
En nuestro siguiente y último artículo de la serie, conozca cómo SIFAIS y La Carpio han evolucionado y se están preparando para el futuro.
At the request of La Carpio community leaders, we are presenting this series in translation for Spanish-language readers. Read the original English series, which we published in January, here.